lunes, 8 de octubre de 2012

¿Quién no se ha visto en una parecida?

El restaurante a menos de mitad de su aforo, pero tienes que estirar el cuello para entender lo que dice el de enfrente. Piensas para tus adentros; ¡Hostias, como el follón éste vaya a más, dentro de poco no escucharé ni al que está a mi lado! Al poco, te sorprendes asintiendo más de la cuenta. Probablemente sea para disimular que no te estás enterando de nada. La siguiente fase es que dejas de disimular y comiezas a beber y a pensar en tus cosas...
 
Es normal que con los restaurantes a reventar, y más en estas gritonas fechas, la gente sea menos exigente con la acústica. Pero bien pensado, en un restaurante es tan intolerable la desmesurada reverberación, como podría ser un frío polar, o una silla con dos patas.

 
Cuando empiezo a imaginar las ondas sonoras rebotando por las esquinas, por más bueno que esté todo, se me revuelven las tripas. ¿No ponen calefacción cuando hace frío? Que acondicionen entonces la acústica de la sala.
 
No podríamos haberlo explicado mejor. Muchas gracias a www.comersinmilogas.com