Hablamos mucho del silencio: una casa silenciosa, la quietud y el silencio de un paisaje, el silencio de un hospital o un templo, el silencio de la noche, etc.
Sin embargo, el silencio de estos ejemplos no es real. Nuestro silencio es ruido.
Ruido como único puente entre el sonido y el silencio, entre lo que conocemos y lo que deseamos.
Tan pronto como todo está en calma y queda callado, cuando creemos haber logrado el silencio, descubrimos algo que interrumpe, algo tan próximo y conocido como nuestro propio cuerpo.
Para William Blake “un pensamiento llena la inmensidad”. Quizá un pensamiento no sea sino uno más de nuestros ruidos corporales, y nuestro cuerpo uno más de los ruidos de la vida.
Te invito a que escuches esos ruidos.
Te invito a que imagines el silencio.
JAUME PLENSA
14 de junio de 1997
En la obra Wispern de Jaume Plensa, una gota de agua golpea a intervalos sobre unos címbalos dorados que cuelgan del techo por encima de un recipiente de cobre; una forma muy especial de hacernos percibir el silencio.
Busca provocar la voluntad del silencio en el espectador, intentar que perciba todo los rumores de su cuerpo, de sus movimientos, y que gracias a eso entienda la cantidad de ruido que tenemos en nuestras vidas y provocar un espacio de silencio para que pueda estar por fin; sólo consigo mismo.