Crear la primera bolsa de snacks 100% biodegradable del mundo parece una buena idea. Pero si al tocarla mete un ruido que puede llegar a los 100 decibelios, quizá acabe siendo un desastre. Esto es más o menos lo que ha pasado con los envases compostables de Sun Chips, un snack de la empresa FritoLay muy popular en Estados Unidos. La compañía, líder en esta clase de aperitivos (es la que hace los Doritos, los Cheetos o las patatas Lay's) se ha visto obligada a claudicar ante la caída de las ventas, y volver a las más silenciosas bolsas tradicionales en cinco de sus seis sabores.
Aunque las intenciones fueran buenas, el intento de reforzar la imagen ecológica y sana de la marca ha resultado un fracaso. Los consumidores no parecen tan concienciados como para soportar unas bolsas que hacen más ruido que un chándal de tactel, y que han hecho que el consumo de Sun Chips baje en un 11% en un año. Y la retirada ha desatado la polémica en la Red sobre la actitud de los estadounidenses hacia el medio ambiente: "Si no podemos aguantar el sonido de una bolsa arrugada, la especie humana está jodida", afirman en la web Mother Jones.
Desde que aparecieron en enero del año pasado, los paquetes biodegradables generaron múltiples protestas de los consumidores, además de una riada de vídeos en YouTube burlándose del ruido que hacían. El grupo de Facebook 'Lo siento pero no te oigo con esta bolsa de Sun Chips', uno de los 153 que hay dedicados al asunto, alcanzó cerca de 50.000 seguidores. Y la polución sonora de los envases ecológicos llegó a ser noticia de primera página en el 'Wall Street Journal'.
Según el diario 'USA Today', la empresa está tratando de crear un nuevo material que no sea tan ruidoso. La investigación para crear una bolsa compostable ha durado cuatro años: no fue fácil dar con un material que se pudiera imprimir, que impidiera que la humedad lo traspasara y dejara los fritos blandurrios, y que fuera biodegradable. La solución fue un poliácido láctico extraído de plantas, que según Frito-Lay se descompone en 14 semanas (una bolsa de patatas normal puede tardar más de 100 años). Eso sí, la letra pequeña del envase aclaraba que el compostado debía ser industrial y no casero.
El episodio de las Sun Chips puede parecer anecdótico, pero supone un importante traspiés para el envasado degradable en la primera potencia económica del mundo. Y quizá una prueba del poco esfuerzo que estamos dispuestos a hacer por lo ecológico si es que supone una mínima molestia.